viernes, 7 de junio de 2013

Cantante Peluquero de Racing Club





Producción: Mauro Albornoz, Mara Perrone, Georgina Cutrone, Ros, Elizabeth, Andrea Zito.

El emblema del terror




Enmudeció la libertad. Dirigió un país con odio. Decidió sobre la vida y la muerte sin miedo. Fue la voz de una época en donde las calles rimaban con represión y cuerpos rebeldes a asesinatos. Castigó la osadía y cultivó el desprecio por el pensamiento. Brindó con el demonio para que sepa que, en la tierra, hay hombres sin escrúpulos capaces de asesinar. Jorge Rafael Videla fue el dictador de la última dictadura militar argentina.

Nació el 2 de agosto de 1925 en el pueblo de Mercedes, en la Provincia de Buenos Aires. Durante su infancia tuvo una familia conservadora y un padre militar.  Heredó una profunda inclinación por la iglesia y la religión. Sus compañeros definieron a Videla como un niño tímido, retraído y muy aplicado.  Cuando tenía apenas dieciséis entró en el Colegio Militar de la Nación.  Dicen que a Videla lo llamaban “el boludo del cuartel” ante el General Jorge Carcagno, Jefe del Ejército en aquel entonces. Creció respirando el lenguaje y la iconografía militar. Se fogueó en el mismo cuartel que también formó a los represores Roberto Viola y Carlos Guillermo Suárez Mason. En1975, Videla fue designado comandante en jefe del Ejército.

El 24 de marzo de 1976 Videla asumió como Presidente de facto. Con Biblia en mano y fusil en hombro inició el oscuro Proceso de Reorganización Nacional.  Llevó la muerte y la guerra a cada rincón de la Argentina.  Acompañado por  Emilio Eduardo Massera de la Armada y Orlando Agosti de la Fuerza Aérea derrocaron a la debilitada presidenta María Estela Martínez de Perón. Las Fuerzas Armadas se adueñaron del Gobierno e instalaron un plan para asesinar a estudiantes,  militantes, gremialistas y a todas aquellas personas que fueran necesarias para implantar el Terrorismo de Estado.  Se montaron centros clandestinos de detención, tortura y exterminio y hacían desaparecer los cuerpos de las víctimas.  Vocablos como horror, brutalidad, perversión tuvieron que resignificarse para definir y abarcar tanto desprecio por la vida humana.

Fue un mentiroso, que rezando en todas las iglesias, instauró el terror en la Argentina. Aseguró que la dictadura que gobernaba iba a proteger las instituciones y a honrarlas. Mintió porque sabía que sus decisiones iban a destruirlas. Borró de un escopetazo las leyes nacionales y mancilló sin vergüenza las páginas de la Constitución. Tal vez el cinismo es una de las características más propias de su personalidad. Creyó ser éticamente mejor que aquellas personas a las que mando a asesinar.  Fue un hombre deshonesto que se mostraba como un devoto y como un soldado estricto, pero sosegado, de pocas palabras, terminante.

Videla medía un metro ochenta.  Su mirada inalterable se escondía detrás de sus ojos grandes oscuros. Ese rostro carente de inflexiones ocultaba a un hombre que bañó a un país con la sangre de inocentes. Puso su diminuta boca contra el viento y aspiró vidas. Su pelo engominado evidenciaba sus ideales retrógrados disfrazados en promesas modernas.  Pero Videla, cual lobo disfrazado de cordero, siempre forjó esa imagen de austero y  religioso. Fue de esos católicos que comulgaban con cinismo después de asesinar.

Pero tanto el plan económico como la dictadura militar implantada por Videla llegó a su fin en 1983. Tras la recuperación de la democracia, fue juzgado y condenado a prisión perpetua por numerosos crímenes de lesa humanidad. El 5 de julio de 2012, fue condenado a 50 años en prisión en cárcel común por ser responsable del secuestro sistemático de bebes. Sin embargo, en ningún juicio contó dónde estaban los desaparecidos, según datos de la UNESCO aún hay más de treinta mil. Ni en el epílogo de su vida se observó un atisbo de pretender mitigar el dolor que provocó, por el contrario, reivindicó sus crímenes y los avaló con su silencio permanente.

El 17 de mayo del 2013 Videla murió en la cárcel de Marco Paz. Vivió y murió sin arrepentimiento. Selló un pacto de sangre con sus labios y se llevó a la muerte muchos secretos. El escritor Rodolfo Walsh quien fue perseguido y  desaparecido durante la dictadura militar, dijo que “el verdadero cementerio es la memoria”. Sin duda, Jorge Rafael Videla quedará en el recuerdo de los argentinos como un criminal y como un símbolo del terrorismo. Nunca tendrá ni olvido ni perdón.