viernes, 7 de febrero de 2014

RECETA PARA ENCONTRAR SOLUCIONES

Encontrar soluciones se parece bastante a cocinar: hay que contar con los ingredientes adecuados en el tiempo y orden correctos. En este caso, les brindaré aquí la receta para uno o pocos problemas. Cada lector es bienvenido  a crear una receta para múltiples de ellos.

En este caso, los ingredientes que necesitaremos son:
- Problema (preferentemente 1 solo)
- Consejos de allegados (6  aproximadamente)
- Tiempo para reflexionar (no menos de siete días)
- Punto de vista general sobre el problema (1)
- Lágrimas (60 centímetros cúbicos aproximadamente)
- Epifanía (1)
- Metáforas, metonimias, y figuras retóricas surtidas (a gusto)

1) Se pela y se lava el problema para que quede  visible y evidente.  Este procedimiento  requiere un manual especial  que excede los propósitos de éste, pero puede adquirirse editado por esta misma editorial.

2) Se condimenta consejos de allegados. Se aconseja de varias calidades: desde simples conocidos, hasta gente amada,  desde comentarios esperanzadores, hasta negativos. Hay  que tener cuidado con el exceso, porque los consejos son como la sal.

3) Se pone en remojo en un tiempo de reflexión no menor a tres días. Los estímulos obtenidos incluido el del problema original son muchos, y tenemos que dar tiempo a que se acomoden los sabores, y se formen las texturas.  El tiempo de reflexión le otorgará las profundidades reales al problema, o mejor dicho, las revelará.

4) Con los estímulos calmos y las profundidades reveladas, pasaremos a un último reposo del problema antes de la cocción, a través una mirada general o en perspectiva. “Siempre hay alguien peor que yo” y “Estuve igual de mal y lo superé” pueden revolotear y posarse en el problema. No los ahuyente, los dejaremos ahí.

5)  En este paso, cocinaremos con el alma al máximo por varias horas y lloraremos unos 60 centímetros cúbicos de lágrimas, permitiendo que salga del problema todo lo que ya esté en condiciones de salir, y nos quedaremos con el jugoso y vulnerable núcleo.

6) Este es un de los pasos más complicados porque requiere de fuerza de voluntad. Es como sacar una torta del horno que se puede desinflar y venir abajo si no hicimos todo con cuidado: es momento de moldear el núcleo en modo de epifanía, de entender que estamos mejor y reírnos entre las últimas lágrimas de nuestras actitudes recientes. Se acepta compartir con alguien.

7) Por último, añada figuras retóricas a gusto para ornamentar y acentuar el efecto epifánico, y una hojita de laurel para el aroma.

¡Felicitaciones! ¡Encontramos una solución!  Me despido deseando que no necesite la receta con mucha frecuencia, y recuerde que una pequeña dosis de problemas de vez en cuando hace bien.