domingo, 21 de octubre de 2012

La esencia de las palabras





Aprender un idioma tiene algo de viaje. Para conocer y entender lo ajeno es imprescindible convertirse en el otro, en el nativo. Y dejar de ser “el extranjero”. Hay que trata de capturar los sonidos y un especial ritmo al hablar, de apropiarse de nuevas percepciones, de palabras que afloraron para dar cuenta de ciertos elementos en ciertos lugares, que no son nuestros, de dejarlos enraizar a fuerza de escribir y leer. Es entonces, el conocimiento de las palabras, la facultad de aprehenderlas, lo que permite mimetizarse en el otro, en el ser nativo.

Las palabras retratan y definen al mundo pero lo hacen desde un punto de vista, desde una perspectiva que es local, que es de alguien, de un espacio, de un tiempo. Y esa región, sus atmósferas, sus sabores, sus colores, su música, sus paisajes se infiltran,  penetran profundamente y de diferentes maneras en los sonidos, la cadencia de un idioma.

La categoría de las sensaciones y sentimientos es especialmente distinta. Una canción de amor, traducida de un idioma a otro, ya no es la misma. En realidad, las palabras al hablar de los sentimientos, se ven contaminadas como nunca por experiencias, olores, figuras, recuerdos, pretensiones y suenan difernete. Las que vienen desde otras regiones traen nuevos ecos, no nos conectamos con ellas de la misma manera que con su equivalente en castellano, profundamente imbricado en nuestra historia personal. Así ocurre que a veces, las frases de amor en otro idioma parecen más reales o distantes del lugar común, quizás al ser más lejanas, menos familiares. O puede que sea un tema fonético, sonoro; con la manera de emitirlo, donde el modo atraviesa siempre al contenido.

El asemejar el aprendizaje de un idioma con un viaje supone hacer una interpretación no lineal del proceso, sino recursivo, en el cual existe una permanente retroalimentación entre la cultura y el idioma. No se trata solo de llenar una vasija con nuevas palabras, sino entrar en juego con los sentimientos,  percibir la realidad, costumbres, y un sin fin de aspectos que quien emprenda el viaje ira incorporando en el proceso de aprehender aquello, lo otro, hasta sentirlo propio: formar parte de…

Entonces, lo importante a la hora de aprender un nueva lengua, al momento de estar de viaje, es siempre lo mismo: partir de escuchar de una sinfonía de ruidos desconocidos, ver dibujos extraños que observamos como alguien que admira un hermoso paisaje o, mejor aún, un raro animal, y terminar por encontrarle el sentido.

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