Javier Daulte, 49 años,
director teatral.
Un hombre del arte
Nació en Olivos y desde hace
cerca de cinco años vive el barrio porteño de almagro. Javier Daulte es guionista
del programa de televisión “Tiempos compulsivos” y dramaturgo. En su extensa
trayectoria como teatrista dirigió Bésame Mucho, 4D Óptico, ¿Estás ahí? entre muchas
otras. Ha recibido más de ochenta distinciones tanto en el ámbito
nacional como fuera del país. Es fanático de la historia y aficionado de la
escritura. Actualmente, dirige la obra Macbeth en el teatro San Martín. La
tragedia escrita por William Shakespeare
en 1606 hace foco en temas tales como la tentación, el deseo del poder, la
lealtad y la traición.
Me sorprendió cuando vi
Macbeth que la ropa de los actores no era de la época y en vez de
espadas, como en la versión original, usan pistolas. ¿Por qué decidiste cambiar
eso?
Sí, hay un trabajo visual
contemporáneo. Es una licencia que me permití para modernizar algunos aspectos.
Por ejemplo, hay música electrónica y tubos en vez de ramas. Mis años de
experiencia en el teatro me dieron la posibilidad de hacer estos pequeños
cambios
Pero con respecto al texto,
casi no hiciste modificaciones...
Claro. Siempre digo que lo que espero es que la gente vea a Shakespeare lo más puro posible cuando vea la
obra. Él es mi referente en la dramaturgia y un experto en el teatro. Hice
algunos cambios, como el personaje del portero que interpreta Martín
Pugliesse quien hace una especie de stand up dentro de un drama.
En muchas obras trágicas escritas por Shakespeare aparecen escenas de
humor como este portero o el sepulturero en la pieza teatral Hamlet.
William utiliza el humor para romper con el dramatismo y
aliviar algunos momentos de tensión. En la versión original, el portero hace
como un monologo de chistes. Pero como Macbeth es una obra veloz porque el protagonista actúa, y luego piensa, me
pareció perfecto hacer una escena con el dinamismo que brinda el stand
up.
Otra cosa que me asombró
fue que hay muy buenos y reconocidos actores que aparecen en pocas escenas. Como
Julieta Vallina y Marcelo Pozzi. ¿Cómo fue esa elección?

En una entrevista afirmaste
que el teatro tiene que ser inservible, ¿a qué te referís?
Porque es la única manera de
garantizar la libertad creativa. Si el teatro sirviera auténticamente para
algo, estaríamos en problemas. El arte tiene que preservar su independencia. Antes
el teatro era utilizado por la iglesia para hacer propaganda religiosa. Para mi
no tiene que servir ni ser útil para nada. Tiene que ser una fuente
de goce y placer.
de goce y placer.
Cuando trabajaste como guionista
en “Tiempos compulsivos” afirmaste que para escribir te enfocaste en trastornos
de patologías más severas. Y no sobre problemas psicológicos comunes. ¿Por qué
decidiste abordar este aspecto?
Lo que hice fue tratar de
captar el tratamiento patológico en el consultorio. Es como una sala de
emergencias psiquiátrica.
A los argentinos nos cuesta pedir ayuda y lo hacemos como podemos y cuando se
puede. Quise diferenciarme de otros programas tomando la psicosis o temas más
agudos.
Ganaste
muchos premios por tu labor como director teatral como el Konex platino, el
Fondo Nacional de las Artes, el ACE (en seis oportunidades), el Clarín, Trinidad Guevara y Butaca de España. Y más de
ochenta distinciones. ¿Dónde guardas todos los premios?
(Se ríe) Están por ahí, en mi
casa. Para mi es increíble ganarlos. No trabajo para eso, pero es gratificante.
Es un símbolo que puede tener muchas lecturas. Y lo tomo más para el lado de un
reconocimiento al trabajo y un estimulo.
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