domingo, 27 de abril de 2014

La vida es como la lluvia.

La vida es como la lluvia. Hay quienes viven escapando de las gotas y se quedan padeciendo el mojado. Otros se empapan quejándose por el agua mientras se les humedece la piel. En cambio, algunos esperan para no mojarse mientras se les resquebraja la osadía. Nuestra vida tiene una intensa relación con la lluvia. Ella es profunda y única. Puede ser peligrosa, fría, traicionera. A la vez divertida, envolvente.  Como las lluvia  moja el asfalto calmando la sed de las entrañas, para volver a cada instante a repetir la esperanza y la promesa.
Creo que todos, en algún momento hemos sido esos "quienes", es importante vivir los procesos de las situaciones que nos presenta la vida, madurarlos y luego, enfrentarlos y asumirlos.
Atravesemos la lluvia y entremos en el diluvio. No esperemos a que se detenga. Que el atardecer no nos encuentre cerrando nuestros paraguas de los recuerdos. De esas lluvias que de haberlas atravesado habrían sido nuestras como el agua que integra nuestra piel. Encaremos la lluvia y tatuemos nuestra piel con sus gotas. 

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